viernes, 22 de noviembre de 2019

(12A) Aníbal Barca: Parte I


EL GRAN GENERAL Y ESTRATEGA CARTAGINÉS

Aníbal Barca (247-183 a. C.) fue un general y estadista cartaginés considerado como uno de los más grandes estrategas militares de la historia.

Considerado como el más grande general de todos los tiempos, su vida transcurrió en el conflictivo período en el que Roma estableció su supremacía en la cuenca mediterránea, en perjuicio de otras potencias como la propia República cartaginesa, Macedonia, Siracusa y el Imperio seléucida. Fue el general más activo de la segunda guerra púnica, en la que llevó a cabo una de las hazañas militares más audaces de la Antigüedad: Aníbal y su ejército, en el que se incluían treinta y ocho elefantes de guerra, partieron de Hispania y atravesaron los Pirineos y los Alpes con el objetivo de conquistar el norte de Italia. Allí derrotó a los romanos en grandes batallas campales como la del río Trebia, la del lago Trasimeno o la de Cannas, que aún se estudia en academias militares en la actualidad. A pesar de su brillante movimiento, Aníbal no llegó a entrar en Roma. Existen diversas opiniones entre los historiadores que van desde carencias materiales de Aníbal en máquinas de asedio a consideraciones políticas que defienden que la intención de Aníbal no era tomar Roma, sino obligarla a rendirse. No obstante, Aníbal logró mantener un ejército en Italia durante más de una década, recibiendo escasos refuerzos. Tras la invasión de África por parte de Escipión el Africano, el Senado púnico lo llamó de vuelta a Cartago, donde fue finalmente derrotado por Escipión en la batalla de Zama.

Acabada la guerra contra Roma, entró en la vida pública cartaginesa. Se enfrentó a la oligarquía dirigente que lo acusó ante los romanos de estar en tratos con el seléucida Antíoco III el Grande, por lo que hubo de exiliarse en el año 195 a. C. Pasó al servicio de este último monarca, a cuyas órdenes se enfrentó de nuevo a la República romana en la batalla del Eurimedonte, donde fue derrotado. Una vez más huido, se refugió en la corte de Prusias I, rey de Bitinia. Los romanos exigieron al bitinio que entregara al cartaginés, a lo que el rey accedió. Sin embargo, antes de ser capturado, Aníbal prefirió suicidarse.




El historiador militar Theodore Ayrault Dodge le llamó «padre de la estrategia». ​ Fue admirado incluso por sus enemigos —Cornelio Nepote le bautizó como «el más grande de los generales»—; de hecho, su mayor enemigo, Roma, adaptó ciertos elementos de sus tácticas militares a su propio acervo estratégico. Su legado militar le confirió una sólida reputación en el mundo moderno y ha sido considerado como un gran estratega por grandes militares como Napoleón o Arthur Wellesley, el I duque de Wellington. Su vida ha sido objeto de muchas películas y documentales. Bernard Werber le rinde homenaje a través del personaje del «Libertador», y de un artículo en la Enciclopedia del saber relativo y absoluto mencionada en su obra Le Souffle des dieux.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

A mediados del siglo III a. C., la ciudad de Cartago, donde nació Aníbal, estaba fuertemente influida por la cultura helenística derivada de los vestigios del Imperio de Alejandro Magno. Cartago ocupaba por entonces un lugar importante en los intercambios comerciales de la cuenca mediterránea, y en los emporios de Sicilia, Cerdeña y en las costas de Iberia y de África del Norte. La ciudad disponía igualmente una importante flota de guerra que protegía sus rutas marítimas, que transportaban el oro procedente del Golfo de Guinea y el estaño procedente de las costas británicas.

La otra potencia mediterránea de la época era Roma, con la que Cartago entró en guerra durante veinte años en un conflicto conocido como la primera guerra púnica, la primera guerra de gran envergadura de la que Roma salió victoriosa. Este enfrentamiento entre la República de Roma y Cartago estuvo provocado por un conflicto secundario en Siracusa, y se desarrolló por tierra y mar, en tres fases: combates en Sicilia (264-256 a. C.), combates en África (256-250 a. C.) y de nuevo en Sicilia (250-241 a. C.). Durante esta última fase, y sobre todo tras la guerra, nació la fama de Amílcar Barca, padre de Aníbal, que dirigía la guerra contra Roma desde el año 247 a. C. Tras la gran derrota naval en las Islas Egadas, al noroeste de Sicilia, los cartagineses se vieron obligados a firmar el Tratado de Lutacio en la primavera de 241 a. C. con el cónsul Cayo Lutacio Cátulo. Entre los términos impuestos a Cartago por este tratado se hallaban la cesión de los territorios de Sicilia y las islas menores entre esta y la costa africana, así como onerosas compensaciones de guerra.​




A finales de la primera guerra púnica, a pesar de las precauciones adoptadas por Amílcar Barca, Cartago halló problemas a la hora de dispersar a sus regimientos armados de mercenarios, que no tardaron en asediar la ciudad y provocar un conflicto de la envergadura de una guerra civil. Este episodio histórico es conocido como la guerra de los Mercenarios. Amílcar consiguió reprimir esta rebelión después de tres años, tras vencer a los rebeldes en el río Bagradas y de nuevo, con un gran derramamiento de sangre, en el desfiladero de la Sierra​ en el 237 a. C. Por su parte, Roma había aprovechado la falta de oposición para tomar Cerdeña, anteriormente en manos de los cartagineses. Tras la protesta de Cartago por esta acción, que suponía una violación de los términos del tratado de paz recientemente alcanzado, Roma le declara la guerra, pero se ofrece a anularla si se le entrega no solo Cerdeña, sino también Córcega y más compensaciones económicas. Los púnicos, impotentes, tienen que ceder, y ambas islas se convierten en el 238 a. C. en nuevas posesiones romanas. Para compensar esta pérdida, Amílcar marchó a Iberia, donde se apoderó de vastos territorios al sudeste del país. Durante una década, Amílcar dirigió la conquista del sur de Iberia, apoyado militar y logísticamente por su yerno Asdrúbal. Esta conquista restablecía la situación económica de Cartago, gracias a la explotación de las minas de plata y estaño.

JUVENTUD

Aníbal Barca nació probablemente en Cartago en el año 247 a. C. Era el hijo mayor del general Amílcar Barca y de su mujer ibérica. Aunque «Barca» no era un apellido, sino un apelativo (de barqä, "rayo" en lengua púnica), fue adoptado como tal por sus hijos. Los historiadores designan a la familia de Amílcar con el nombre de Bárcidas, a fin de evitar la confusión con otras familias cartaginesas con los mismos nombres (Aníbal, Asdrúbal, Amílcar, Magón, etc.).

Sobre la educación de Aníbal es poco lo recogido por los autores grecorromanos. Se sabe que aprendió de un preceptor espartano, llamado Sosilos, las letras griegas, la historia de Alejandro Magno y el arte de la guerra. Así adquirió el modo de razonamiento y de acción que los griegos llamaban «métis», fundado en la inteligencia y la astucia.

Después de haber incrementado su territorio, Amílcar enriqueció a su familia, y por extensión a Cartago. Al perseguir dicho objetivo, Amílcar se apoyó en la ciudad fenicia de Gadir (actual Cádiz, España), próxima al Estrecho de Gibraltar, y comenzó a someter a las tribus íberas. En aquel momento, Cartago se hallaba en tal estado de empobrecimiento que su marina era incapaz de transportar al ejército a Hispania. Amílcar se vio, pues, obligado a hacerlo marchar hacia las Columnas de Hércules a pie, para cruzar allí en barco el Estrecho de Gibraltar, entre lo que actualmente serían Marruecos y España.




El historiador romano Tito Livio menciona que cuando Aníbal fue a ver a su padre y le rogó que le permitiera acompañarle, éste aceptó con la condición de que jurara que durante toda su existencia nunca sería amigo de Roma; tenía 11 años. Otros historiadores refieren que Aníbal declaró a su padre:

"Juro que en cuanto la edad me lo permita [...] emplearé el fuego y el hierro para romper el destino de Roma." 

Su aprendizaje táctico comenzó sobre el terreno, bajo mando de su padre y continuó con su cuñado, Asdrúbal el Bello,​ quien sucedió a Amílcar, muerto en el campo de batalla contra los rebeldes íberos en el 228 a. C.[11]​ o en 230 a. C., momento en el que le nombra jefe de la caballería. En este puesto, Aníbal revela muy pronto su resistencia, su sangre fría, y su capacidad para hacerse apreciar y admirar por sus soldados. Asdrúbal persiguió una política de consolidación de los intereses ibéricos de Cartago. Para ello, casó a Aníbal con una princesa íbera de nombre Himilce, con la que tuvo un hijo, Áspar. Sin embargo, esta alianza matrimonial es considerada improbable y no está atestiguada por todos. En el 227 a. C., Asdrúbal fundó la nueva capital púnica en Hispania, Qart Hadasht, hoy Cartagena. Por otra parte, Asdrúbal firmó en el 226 a. C. un tratado con Roma por el que la Península Ibérica quedaba dividida en dos zonas de influencia. El río Ebro constituía la frontera: Cartago no debía expandirse más al norte de este río, en la misma medida que Roma no se extendería al sur del curso fluvial. Más tarde, un esclavo galo, que acusó a Asdrúbal de haber asesinado a su amo, le asesinó a su vez a comienzos del 

Comandante en jefe

Tras la muerte de Asdrúbal, Aníbal fue elegido por el ejército de Cartago estacionado en la Península Ibérica para que le sucediera en su condición de comandante en jefe.Posteriormente, Aníbal sería confirmado en el puesto por el gobierno cartaginés,​ a pesar de la oposición encabezada por Hannón (un rico aristócrata). En esta época Aníbal contaba 25 años. Tito Livio da una pequeña descripción del joven general:

"A partir de su llegada a Hispania, Aníbal atrajo todas las miradas. «Es Amílcar en su juventud, que nos ha sido devuelto», se escribían los viejos soldados. «La misma energía en la cara, el mismo fuego en la mirada: aquí está su aspecto, aquí sus gestos»." 

Tras haber asumido el mando, Aníbal pasó dos años consolidando el poder cartaginés sobre las tierras hispánicas y terminando la conquista de los territorios situados al sur del Ebro. En 221 a.C., en su primera campaña como jefe de las fuerzas cartaginesas en Hispania, se dirigió a la Meseta Central y atacó a los Olcades tomando su principal ciudad, Althia, llevando los dominios púnicos hasta las cercanías del Tajo. En la campaña del siguiente año, 220 a.C., avanzó hacia el oeste y se enfrentó a los Vacceos asaltando las ciudades de Helmántica y Arbocala. En el retorno de la expedición con abundante botín a su base de Qart Hadasht, una gran coalición liderada por los Carpetanos junto a contingentes de Vacceos y Olcades, le atacó junto al río Tajo, siendo derrotados por la habilidad del joven general cartaginés en la batalla.




Por su parte, Roma, temiendo la creciente presencia de los cartagineses en Hispania, concluyó una alianza con la ciudad de Sagunto, situada a una distancia considerable del Ebro por la parte sur, en el territorio que los romanos habían reconocido como dentro de la zona de influencia cartaginesa, y declaró a la ciudad como un protectorado. Este movimiento político generó tensiones entre las dos potencias: mientras que los romanos argumentaban que según el tratado firmado en el año 241 a. C., los cartagineses no podían atacar a un aliado de Roma, los púnicos se amparaban en la cláusula del documento que reconocía la soberanía cartaginesa sobre los territorios hispanos situados al sur del Ebro. Excavaciones en curso (2008) en la ciudad de Valencia han hallado, entre otros restos, una empalizada, próxima a la margen izquierda del río Turia, que probablemente formaba parte de un campamento militar, el acantonamiento de Aníbal en su avance hacia Sagunto.

Aníbal decidió dirigirse contra Sagunto, y sitiar la ciudad, que capituló en el 219 a. C., probablemente en el mes de noviembre, tras ocho meses de asedio. Roma reaccionó ante lo que consideraba una flagrante violación del tratado y reclamó justicia al gobierno cartaginés. Debido a la gran popularidad de Aníbal y al riesgo de perder prestigio en Hispania, el gobierno oligárquico de Cartago rechazó las peticiones romanas y declaró la guerra que el general había soñado, la segunda guerra púnica, a finales de año.
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Fin de la Primera Parte

Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf

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