lunes, 16 de diciembre de 2019

(25D) Julio César: Parte IV de VII

CRISIS POLÍTICA:
SEGUNDA GUERRA CIVIL DE LA REPÚBLICA ROMANA

En vista del cariz que tomaban los acontecimientos, César arengó a una de sus legiones, la decimotercera, y les explicó a sus componentes la situación preguntándoles si estaban dispuestos a enfrentarse con Roma en una guerra donde serían calificados de traidores en caso de perderla. Los legionarios respondieron a la arenga de su general con la decisión de acompañarlo.

CNEO POMPEYO MAGNO

Entre el 7 y el 14 de enero de 49 a. C. —muy probablemente el 10 de enero—,​ César recibió la noticia de la concesión de los poderes excepcionales a Pompeyo, e inmediatamente ordenó que un pequeño contingente de tropas cruzara la frontera hacia el sur y tomara la ciudad más cercana. Al anochecer, junto con la Legio XIII Gemina, César avanzó hasta el Rubicón, la frontera entre la provincia de la Galia Cisalpina e Italia y, tras un momento de duda, dio a sus legionarios la orden de avanzar. Algunas fuentes han sugerido que fue entonces cuando pronunció el famoso: Alea iacta est.
Cuando los optimates conocieron la noticia, abandonaron la ciudad declarando enemigo de Roma a todo aquel que se quedase en ella. Luego, marcharon hacia el sur, sin saber que César estaba acompañado solo por su decimotercera legión. César persiguió a Pompeyo hasta el puerto de Brundisium en el sur de Italia, con alguna esperanza de poder rehacer su alianza, pero éste se replegó hacia Grecia con sus seguidores. Entonces, hubo de tomar una decisión: o perseguía a Pompeyo hasta Grecia, dejando sus espaldas desguarnecidas y expuestas a un ataque por parte de las legiones pompeyanas establecidas en Hispania o, dejando organizarse a Pompeyo en Grecia, se dirigía a Hispania para asegurar su retaguardia.

Tras ponderar la situación, César se dirigió a Hispania en una marcha forzada de apenas 27 días, para derrotar a los seguidores de Pompeyo en esa poderosa provincia. Allí había establecidas varias legiones al mando de legados pro-pompeyanos, a lo que había que añadir que la generalidad de las poblaciones autóctonas habían jurado fidelidad al propio Pompeyo (que seguía siendo Procónsul de esa provincia). Tras varias escaramuzas y batallas, César se midió contra sus enemigos en la batalla de Ilerda, cerca de la actual Lérida, donde los derrotó definitivamente.
Solo cuando consideró segura la retaguardia, y después de organizar las instituciones políticas en Roma, que había caído en la anarquía, César se dirigió a Grecia. El 10 de julio de 48 a. C., César fue derrotado en la batalla de Dirraquium. Sin embargo, Pompeyo no supo o no pudo aprovechar esta victoria para acabar con César, y este consiguió huir con su ejército casi intacto para luchar en otro momento. El encuentro final se dio poco después, el 9 de agosto, en la batalla de Farsalia.​ César obtuvo una victoria aplastante, gracias a un ardid táctico. Sin embargo, sus enemigos políticos consiguieron huir: Cneo Pompeyo Magno partió hacia Rodas y de ahí a Egipto; Quinto Cecilio Metelo Escipión y Marco Porcio Catón marcharon hacia el norte de África.
De regreso a Roma, fue nombrado dictador, con Marco Antonio como Magister equitum, y fue, junto a Publio Servilio Vatia Isáurico como colega júnior, electo cónsul por segunda vez.

En 47 a. C., César se dirigió a Egipto en busca de Pompeyo, pero le sorprendió el hecho de que el viejo aliado y enemigo había sido asesinado el año anterior. Al saber de su suerte, César quedó apenado por su asesinato y por haber perdido la oportunidad de ofrecerle su perdón.​ Tal vez debido a esto y a los intereses de Roma en Egipto, César decidió intervenir en la política egipcia y substituyó al rey Ptolomeo XIII de Egipto, que ya tenía la dignidad de faraón, por su hermana Cleopatra que creía más afín a Roma. Durante su estancia, quemó sus naves para evitar que las usaran en su contra, lo que provocó el incendio de un almacén de libros anexo a la Biblioteca de Alejandría. César tuvo un romance con la reina de Egipto y de la relación parece que nació un niño, el futuro Ptolomeo XV de Egipto (Cesarión), que sería el último faraón de Egipto, si bien César nunca llegó a reconocerlo oficialmente como hijo suyo.
Después de las campañas de Egipto, César se dirigió al Asia Menor, donde derrotó a Farnaces rey del Ponto en la batalla de Zela, tras la que pronunció la famosa frase: Veni, vidi, VICI. Después se dirigió al norte de África para atacar a los líderes de la facción conservadora allí refugiados. En la batalla de Tapso en 46 a. C., César obtuvo una victoria más y vio desaparecer a dos de sus más encarnizados enemigos: Quinto Cecilio Metelo Escipión y Marco Porcio Catón. Pero los hijos de Pompeyo, Cneo y Sexto Pompeyo Fastulos, así como su antiguo legado principal en las Galias, Tito Labieno, consiguieron huir a las provincias de Hispania.


Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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