JURISTA, POLÍTICO, FILÓSOFO Y ORADOR ROMANO
Marco Tulio Cicerón (Arpino, 3 de enero de 106 a. C.-Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.
Cicerón, Cónsul de la República romana en ejercicio del poder supremo. 1 de enero de 63 a. C.-1 de enero de 62 a. C. Junto A Cayo Antonio Hybrida
Predecesor: Lucio Julio César, Gayo Marcio Fígulo
Sucesor: Décimo Junio Silano, Lucio Licinio Murena
Nombre de nacimiento: Marco Tulio Cicerón
Nombre en latín: M. Tullius M.f.M.n. Cicero Nacimiento: 3 de enero de 106 a. C., Arpino
Fallecimiento: 7 de diciembre de 43 a. C., Formia
Causa de la muerte: Decapitación
Nacionalidad: Antigua Roma
Religión: Politeísta
Partido político: Optimates
Padres: Marco Tulio Cicerón y Helvia
Cónyuge: Terencia
Hijos: Tulia y Marco Tulio Cicerón
Educación: Alumno de Antíoco de Ascalón, Filón de Larisa, Apollonius Molón, Lucio Elio Estilón
Ocupación: Jurista, escritor, político, orador
Alumnos: Servio Sulpicio Rufo y Cayo Trebacio Testa
Movimiento: Estoicismo
Obras notables: De re publica, De legibus, De officiis, De inventione
Distinciones: Padre de la Patria
Reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la intelectualidad republicana, así como de la creación de un vocabulario filosófico en latín. Gran orador y reputado abogado, Cicerón centró —mayoritariamente— su atención en su carrera política. Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista, filosófico y político. Sus cartas, la mayoría enviadas a Ático, alcanzaron un enorme reconocimiento en la literatura europea por la introducción de un depurado estilo epistolar. Cornelio Nepote destacó la riqueza ornamental de estas cartas, escritas «acerca de las inclinaciones de los líderes, los vicios de los comandantes y las revoluciones estatales», que transportaban al lector a esa época.
Constituido en uno de los máximos defensores del sistema republicano tradicional combatió la dictadura de César haciendo uso de todos sus recursos. No obstante, durante su propia carrera no dudó en cambiar de postura dependiendo del clima político. Esta indecisión es fruto de su carácter sensible e impresionable. Intemperante, era propenso a reaccionar de manera excesiva ante los cambios. El escritor Asinio Polión escribió de él:
¡Ojalá hubiera sido capaz de soportar la prosperidad con mayor autocontrol y la adversidad con mayor energía!
BIOGRAFÍA
Formación
Cicerón nació el 3 de enero de 106 a. C. en Arpinum (Arpino), un municipio localizado a 110 kilómetros de la capital, en el seno de una familia plebeya elevada al ordo equester, electoralmente perteneciente a la tribu Cornelia. El padre del orador era un caballero cuya delicada salud imposibilitaba la realización de cualquier aspiración política, a causa de lo cual decidió permanecer en el campo, donde se dedicó a la literatura. De su madre conocemos el nombre, Helvia, la certeza de su pertenencia a una gens notable que contaba con dos pretores y su temprana muerte; en una carta a su hermano Quinto, Cicerón la describe como la clásica matrona romana. El origen de su "apellido/apodo" Cicerón —de cicer, esto es, «garbanzo»—, no es claro; según Plutarco, provenía de un ancestro suyo cuya nariz tenía esa forma, pero también pudiera ser que la familia comerciara de antiguo con estas legumbres.
Cuando era niño lo enviaron a Roma para estudiar Derecho con los más importantes letrados del momento, como Escévola —entre cuyos alumnos se encontraban Mario el Joven, Sulpicio y Ático— o Craso Orator. Gracias a este último entró en contacto con Arquias (Aulus Licinius Archias), un poeta de Antioquía del que aprendió lo esencial de la literatura helena y adquirió el placer de la poesía. Quizá haya escrito su primera poesía a los catorce años (92 a. C.) Pontius Glaucus[b] lo que al parecer da verosimilitud a las palabras de Plutarco que le consideraba un alumno sobresaliente y precoz.
Asimismo, maestros como Filón de Larisa o Diodoto le brindaron una sólida formación filosófica. Como todos los ciudadanos romanos, a los diecisiete años comenzó el servicio militar bajo las órdenes de Pompeyo Estrabón —padre de Pompeyo— durante la Guerra Social (91-88 a. C.). Cuando terminó el conflicto (81 a. C.) retomó los estudios.
Haría su estreno como letrado ese mismo año con el Pro Quinctio, sobre un problema sucesorio. En 79 a. C. pronunció el Pro Roscio Amerino, en el que había un ataque implícito al dictador Sila. La increíble actuación del orador, que posibilitó que Roscio resultara libre, le llevó a determinar que lo más prudente era mantenerse apartado de la ira de Sila durante un tiempo, por lo que marchó a Grecia (79 a. C.-77 a. C.).
El primer año recibió las enseñanzas de Antíoco de Ascalón —académico ecléctico y sucesor de Filón de Larisa, muy marcado por la doctrina aristotélica y estoica—, Zenón y Fedro —epicúreos— en Atenas; y entre 78 y 77 a. C del estoico Posidonio de Apamea y del retórico Apolonio Molón en Rodas. En Atenas participó en los misterios eleusinos y trabó amistad con Ático, con quien mantendrá el contacto por correspondencia durante el resto de su vida.
Por los muchos maestros que tuvo Cicerón, aplicó distintas concepciones en la resolución de problemas éticos. Sus planteamientos relativos a la moral eran cercanos al estoicismo, mientras que en gnoseología defendía un escepticismo moderado; todo ello desembocará en el eclecticismo presente en su obra, en el que sintetizará la tradición clásica que reescribirá en latín.
Finalizado el periodo de formación retórica y filosófica retornó a la capital y se casó con Terencia. Fruto de este matrimonio nacieron Tulia —esposa en su tercer y último matrimonio, de Cornelio Dolabela— y Marco.
COMIENZOS DE SU CARRERA POLÍTICA
Empezó su carrera política en 75 a. C., cuando alcanzó el cuestorado —primer paso del cursus honorum— en Lilibea (Sicilia). No obstante en 70 a. C. es cuando comienza a ser reconocido a raíz del proceso contra Verres; Cicerón representó a los sicilianos que acusaron a éste, exadministrador de la provincia, de estar implicado en múltiples casos de corrupción y en el robo de obras de arte. El discurso de Cicerón resultó tan contundente que Verres, aunque estaba representado por el más célebre orador de la época —Hortensio— se exilió voluntariamente en Massilia (Marsella) inmediatamente después de esta primera intervención —la llamada actio prima—.
En 69 a. C. obtuvo la edilidad y en 66 a. C. la pretura. Ese mismo año defendió el proyecto de ley del tribuno de la plebe Manilio, que proponía conceder a Pompeyo el mando de la lucha contra Mitrídates; el discurso que pronunció —De Lege Manilia— le distanció de los conservadores (optimates) que se opusieron al proyecto. En ese momento Cicerón decidió liderar una «tercera vía», la de los «hombres buenos» —boni viri— entre el conservadurismo de los optimates y el «reformismo» radical de los populares; como consecuencia, la aparición en escena de populares como César o Catilina le llevó a acercarse nuevamente a los conservadores.
EL AÑO 63 a. C.
Conspiración de Catilina
Cuando más próximo estaba a los optimates obtuvo el consulado imponiéndose en las elecciones a Catilina (63 a. C.) con la ayuda de su hermano QUINTO. Con ello se convertía en el primer cónsul homo novus en treinta años, lo que irritó a ciertos aristócratas:
... porque hasta entonces lo más de la nobleza no le podía ni oír nombrar; y juzgaba que sería como degradar el consulado, si un hombre de su esfera, aunque tan insigne, llegase a conseguirle.
Como cónsul se opuso a un proyecto del tribuno radical Rulo, en virtud del cual debía constituirse una comisión de diez miembros con amplios poderes que sería responsable de dividir el ager publicus. Obtuvo la neutralidad del otro cónsul —Híbrida— muy vinculado con Catilina, al prometerle el procónsulado de la provincia de Macedonia para el próximo año. Su discurso De lege agraria contra Rullum supuso el rechazo de la proposición.
«ninguno de los senadores quiso tomar asiento con él, sino que se mudaron de aquel escaño»
Catilina, derrotado nuevamente en las elecciones consulares de octubre de 63 a. C., decidió encabezar un golpe de Estado del que Cicerón sería informado. El 8 de noviembre denunció a Catilina en el Senado; iniciaría su discurso - la primera Catilinaria - diciendo:
"Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?'
[¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?]
Ese mismo discurso contuvo una conocida sentencia del orador, célebre incluso en nuestros días:
"O tempora, o mores!'
[¡Oh tiempos, oh costumbres!].
Consciente de que era cuestión de tiempo que le detuvieran, Catilina optó por marcharse a Etruria y encabezar desde allí a los insurrectos; en la capital quedaron numerosos cómplices del rebelde, a los que encomendó llevar a cabo el levantamiento en la ciudad.
PROCONSULADO EN CILICIA
En 53 a. C. el Senado impuso un intervalo de un lustro entre el ejercicio de una magistratura y el de la promagistratura provincial correspondiente para evitar que los políticos recuperaran el dinero que invertían en las campañas electorales expoliando el territorio. Debido a la carencia de líderes en 51 a. C. los senadores decidieron enviar a administrar las provincias a excónsules que habían renunciado a ellas en el pasado. Cicerón, que rechazó su procónsulado en Macedonia, marchó a Cilicia —una pequeña provincia romana localizada en Asia Menor— donde se desempeñó sin entusiasmo pero con rectitud. En esta época Cilicia ocupaba el territorio correspondiente a Licia, Panfilia, Pisidia, Licaonia y la recién anexionada Chipre.
Levert escribe que Cicerón aprovechó la ocasión para poner en práctica su ideal de como administrar una provincia, basado en la paz y la equidad, esencialmente tributaria: visitó a los líderes de las poblaciones de todo el territorio, suprimió los impuestos abusivos, moderó la tasa de interés usuraria y entabló relaciones diplomáticas amistosas con Deiotaro I de Galacia —rey de Galacia— y Ariobarzanes de Capadocia. Asimismo, tuvo que aplastar una revuelta en el Monte Amanos, próximo a Siria, donde Antioquía estaba amenazada por las incursiones de los partos; para ello reclutó numerosas tropas y nombró legatus a su hermano, veterano de la Guerra de las Galias. Tras dos meses de sitio tomó la ciudad de Pindenissus, centro de la insurrección, con lo que precipitó la capitulación de los sediciosos. Terminado el combate, los soldados aclamaron al orador como imperator, por lo que éste podía reclamar la celebración de un triunfo.
Durante el gobierno, tuvo desavenencias con su cuestor Lucio Mescinio Rufo.
GUERRA CIVIL Y ACTITUD FRENTE A CÉSAR
En 50 a. C., a su vuelta a la capital, una grave crisis política enfrentaba a César y a los conservadores liderados por Pompeyo. Cicerón se alineó con el picentino intentando sin éxito no distanciarse en exceso de César.
Cuando César comenzó la invasión de Italia (49 a. C.) Cicerón huyó de Roma como la mayoría de los senadores, escondiéndose en una de sus mansiones campestres. Su correspondencia con Ático expresa el desconcierto y las dudas que le atormentaron. Consideró el estallido del conflicto un desastre, independientemente de quien saliera vencedor.
César, que pretendía reunir a los senadores moderados, le escribió y le visitó en su villa, pidiéndole que volviera a la capital en calidad de mediador. Cicerón rechazó la propuesta declarándose leal partidario de Pompeyo, con el que acabó reuniéndose en Epiro.
Plutarco escribe que Catón le recomendó permanecer en Italia, donde sería más útil para la República; el orador, consciente de que estas palabras evidenciaban su escasa importancia, decidió no intervenir directamente en los combates, y, después de Farsalia (48 a. C.), volvió a la capital y se reconcilió con César. En una carta a Varrón escrita el 20 de abril de 46 a. C. explica su papel durante la dictadura:
Si nadie se sirve de nosotros, escribiremos y leeremos sobre la constitución del Estado, y si no pudiéramos en la Curia y el Foro trataremos de servir a la patria con nuestros escritos y en nuestros libros.
Cicerón se recluyó en su residencia de Tusculum, donde se dedicó a escribir prosa y poesía, y a traducir las obras de los sabios helenos. En 46 a. C. se divorció de Terencia, para poco después contraer matrimonio con Publilia. La muerte por sobreparto de su hija mayor, Tulia (en febrero de 45 a. C.), a la que estaba muy unido, le causó una enorme pena, que plasmó en varias epístolas, y en la parte de las Quaestiones Tusculanae que trata sobre el dolor del alma. Se divorció de nuevo al ver que Publilia recibía con regocijo la noticia del fallecimiento de la hijastra.
Su relación con César se tornó cada vez más distante. El dictador no era el modelo de líder ilustrado del que Cicerón escribe en De Republica, pero tampoco el cruel tirano que temía el orador; independientemente, ahora era el dueño absoluto de la República y nada parecía poder hacerse. Cicerón advirtió que la desintegración de la República llevaría a un ciclo de gobernantes destructivos. Sin el equilibrio de una constitución mixta el gobierno daría bandazos como "una pelota".
Dedicó un panegírico a Catón, al que llama «el último republicano», con lo que intentó desmarcarse políticamente de la administración. César le respondió mediante la publicación del Anticatón, una colección de acusaciones al pretor. Cicerón alabó la calidad literaria del escrito concluyendo un «duelo entre iguales» en palabras del orador.
En diciembre de 45 a. C. César y su séquito cenaron en la villa que Cicerón tenía en Pozzuoli. Para consuelo del orador, César quería una reunión distendida con una conversación culta e interesante en la que únicamente se tocaron temas literarios.
Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
Grupo en Facebook |
No hay comentarios:
Publicar un comentario