sábado, 14 de diciembre de 2019

(25A) Julio César: Parte I de VII

Cayo Julio César o Gayo Julio César (100-44 a. C.) fue un político y militar romano del siglo I a. C. miembro de los patricios Julios Césares que alcanzó las más altas magistraturas del Estado romano y dominó la política de la República tras vencer en la guerra civil que le enfrentó al sector más conservador del Senado.

Nombre secular: Gaius Iulius Caesar
Nacimiento: 12 o 13 de julio de 100 a. C., Roma, República romana
Fallecimiento: 15 de marzo de 44 a. C., Ibidem
Padre: Cayo Julio César
Madre: Aurelia
Cónyuge: Cornelia (84 a. C.-68 a. C.), Pompeya (68 a. C.-63 a. C.), Calpurnia (59 a. C.-44 a. C.)
Descendencia: Julia, Augusto (hijo adoptivo)

Nacido en el seno de la gens Julia, una familia patricia de escasa fortuna, estuvo emparentado con algunos de los hombres más influyentes de su época, como su tío Cayo Mario, quien influiría de manera determinante en su carrera política. En 84 a. C., a los 16 años, el popular Cinna lo nombró flamen Dialis, cargo religioso del que fue relevado por Sila, con quien tuvo conflictos a causa de su matrimonio con la hija de Cinna. Tras escapar de morir a manos de los sicarios del dictador, fue perdonado gracias a la intercesión de los parientes de su madre. Trasladado a la provincia de Asia, combatió en Mitilene como legado de Marco Minucio Termo. Volvió a Roma a la muerte de Sila en 78 a. C., y ejerció por un tiempo la abogacía. En 73 a. C. sucedió a su tío Cayo Aurelio Cota como pontífice, y pronto entró en relación con los cónsules Pompeyo y Craso, cuya amistad le permitiría lanzar su propia carrera política]​ En 70 a. C. César sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma. Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron recordados durante mucho tiempo por el pueblo.

En 63 a. C. fue elegido pretor urbano al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo año murió Quinto Cecilio Metelo Pío, pontifex maximus designado durante la dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas para sustituirle, venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde capitaneó una breve campaña contra los lusitanos. En 59 fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró para así entorpecer la labor de César que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados veteranos.
Tras su consulado fue designado procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina, esta última tras la muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno se caracterizó por una política muy agresiva con la que sometió a prácticamente la totalidad de los pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido como la guerra de las Galias, finalizó cuando el general republicano venció en la batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, encabezados por un jefe arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Países Bajos y parte de Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados territorios de Britania y Germania.

Mientras César terminaba de organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había anexionado a la República, sus enemigos políticos trataban en Roma de despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría. César, a sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado, intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría de los senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce del Rubicón, momento en el que, al parecer, pronunció la inmortal frase alea iacta est («la suerte está echada»). Inició así una nueva guerra civil, en la que se enfrentó a los optimates, que estaban liderados por su viejo aliado, Pompeyo. Sus victorias en las batallas de Farsalia, Tapso y Munda sobre los conservadores, le hicieron el amo de la República. El hecho de que estuviera en guerra con la mitad del mundo romano no evitó que se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra VII en Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus —dictador vitalicio—, e inició una serie de reformas económicas, urbanísticas y administrativas.

A pesar de que bajo su gobierno la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía. Con el objetivo de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en los idus de marzo, los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el estallido de otra guerra civil, en la que los partidarios del régimen de César, Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble batalla de Filipos a sus asesinos, liderados por Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente volverían a enfrentarse en Accio, donde Octavio, heredero de César, venció a Marco Antonio.
Al margen de su carrera política y militar, César destacó como orador y escritor. Redactó, al menos, un tratado de astronomía, otro acerca de la religión republicana romana y un estudio sobre el latín, ninguno de los cuales ha sobrevivido hasta nuestros días. Las únicas obras que se conservan son sus Comentarios de la guerra de las Galias y sus Comentarios de la guerra civil. Se conoce el desarrollo de su carrera como militar y gran parte de su vida a través de sus propias obras y de los escritos de autores como Suetonio, Plutarco, Veleyo Patérculo o Eutropio.

FAMILIA, NACIMIENTO
Julio César nació en Roma el 12 o 13 de julio del año 100 a. C. Siguiendo las fuentes clásicas, la mayoría de estudiosos modernos coinciden en el AÑO, excepto Theodor Mommsen (102 a. C.) y Jérôme Carcopino (101 a. C.), que se basaron en presupuestos de las leges annales. En cuanto al día, mientras unos autores sostienen el 13,​ otros prefieren el 12 y aun otros no se decantan por ninguno. Las dudas proceden de una cita de Casio Dion en la que dice que Julio César nació el día 13, pero se cambió al 12 por una ley triunviral. Este cambio se debió a que el 13 de julio se celebraban unos juegos en honor de Apolo y, según un oráculo, ningún otro festival en honor a una divinidad podía tener lugar el mismo día.​ El resto de fuentes clásicas refieren el 12 de julio como fecha de nacimiento.

PRIMEROS AÑOS
Julio César se negó a divorciarse de su esposa cuando el dictador se lo ordenó. Por esta temeridad, tuvo que alejarse de Roma un tiempo.
Julio César entra en la historia en el año 84 a. C., cuando Cinna lo escogió para ser flamen Dialis y lo casó con su hija Cornelia tras romper el compromiso previo del joven con Cosucia.​ Por entonces Cinna controlaba la República. Sin embargo, la guerra civil que siguió a la muerte de este terminó con el triunfo de Sila y la anulación de todo su programa.​ Julio César recibió la orden de divorciarse de Cornelia. Su negativa impulsó a Sila a proscribirlo y obligó a aquel a huir de Roma. Fue la intervención de sus parientes y el respaldo de las vírgenes vestales, lo que permitió que el joven César evitara el destino de otros proscritos, acordando que mantendría su matrimonio y renunciaría al sacerdocio.​ Según Suetonio y Plutarco, en aquella ocasión Sila dijo que había en el joven muchos Marios.
Al percatarse de que el perdón de Sila podía ser revocado en cualquier momento, César juzgó que lo más seguro era alejarse de Roma durante un tiempo y decidió viajar a Oriente para participar en la guerra contra Mitrídates VI del Ponto bajo las órdenes del propretor, Marco Minucio Termo. Durante el sitio de Mitilene se le ordenó ir a Bitinia para solicitar a Nicomedes IV la cesión de una pequeña flota con la que asaltar la ciudad rebelde. Al parecer, el rey asiático quedó tan deslumbrado con la belleza del joven mensajero romano que lo invitó a descansar en su habitación y a participar en un festín donde sirvió de copero real durante el banquete. La aventura de César en Asia llegó muy pronto a oídos de los ciudadanos de Roma. En la política romana, acusar a alguien de mantener relaciones homosexuales pasivas era una estrategia común, pues la homosexualidad pasiva, a diferencia de la activa, era considerada una práctica vergonzosa. Sus enemigos políticos proclamaron que se había prostituido con un rey bárbaro y le apodaron «la reina de Bitinia», causando así un gran daño a su reputación. Sin embargo, César siempre desmintió este hecho. El resto de la campaña le valió una mejor reputación, porque mostró una gran capacidad de mando y un arrojo y valor personal encomiables, por los que Minucio Termo, tras la toma de Mitilene, le concedería la corona cívica, la condecoración al valor más alta que se otorgaba en la República Romana.

Después de la muerte de Sila en el 78 a. C., César regresó a Roma e inició una carrera como abogado en el Foro romano, con la que se dio a conocer por su cuidada oratoria. Su primer caso fue dirigido contra Cneo Cornelio Dolabela, un protegido de Sila que en el año 81 a. C. había sido elegido cónsul y después, al año siguiente, procónsul en Macedonia, y donde al parecer había malversado los fondos del Estado. Dolabela, al enterarse del proceso en su contra, contrató para su defensa a uno de los más ilustres abogados de la época, Quinto Hortensio (llamado «El Bailarín» por su manera de moverse en los estrados), y al eminente Lucio Aurelio Cotta —su propio tío, pero esto era normal—. A pesar de estos formidables enemigos, César mostró su calidad de orador, que, aunque no le sirvió para ganar la causa, sí le procuró la fama que buscaba.

Al año siguiente unas ciudades griegas que habían sido saqueadas por Cayo Antonio Híbrida durante la campaña de Sila en Grecia, le confiaron la defensa de su causa. César habló ante el pretor Marco Terencio Varrón Lúculo con mucha elocuencia y ganó el juicio, pero Híbrida apeló a los tribunos de la plebe, quienes ejercieron su derecho al veto, y dejaron en suspenso la sentencia dictada en su contra.​ En el año 73 a. C. la muerte de su tío le abrió las puertas para ser elegido pontifex en su lugar y entró de esa manera en el Colegio de Pontífices, un organismo religioso de gran calado en la vida piadosa de Roma.
A pesar de este éxito, César decidió viajar a Rodas para ampliar su formación estudiando filosofía y retórica con el gramático Apolonio Molón, que era considerado el mejor de la época. Sin embargo, durante el viaje, su barco fue asaltado a la altura de la isla Farmacusa por los piratas, que lo secuestraron. Cuando exigieron un rescate de 20 talentos de oro (un talento equivalía a 26 kilos aproximadamente), César se rio y los desafió a pedir 50. En su cautiverio se dedicó a componer algunos discursos, teniendo por oyentes a los piratas, a quienes trataba de ignorantes y bárbaros cuando no aplaudían. Treinta y ocho días después, el rescate llegó y César fue liberado después de un cautiverio bastante cómodo, durante el cual, a pesar de tratar a sus secuestradores con amabilidad, les avisó en varias ocasiones de su negro futuro. Así, una vez recuperada su libertad, organizó una fuerza naval que partió del puerto de Mileto, capturó a los piratas en su refugio y los llevó a la prisión en Pérgamo. Una vez capturados fue en busca de Junio, gobernante de Asia, porque le competía a este castigar a los apresados. Junio se interesó más en el botín y dejó a los bandidos a juicio de César, quien los mandó crucificar, tal como les había prometido, aunque en un gesto de "compasión" ordenó que primero los degollaran.

En 69 a. C., Cornelia falleció mientras daba a luz a un niño que nació muerto y poco después César perdió a su tía Julia, viuda de Mario, a quien se había sentido muy unido. En contra de las costumbres de la época, César insistió en organizar sendos funerales públicos. Ambos funerales sirvieron también para desafiar las leyes de Sila, pues en el sepelio de Julia se exhibieron las imágenes de Gayo Mario y del hijo que había tenido con ella y que también había luchado contra Sila: su difunto primo, Gayo Mario el Joven; y en el sepelio de Cornelia, la imagen de su padre Lucio Cornelio Cinna. Todos ellos habían sido proscritos y las leyes del dictador prohibían mostrar sus imágenes en público, pero César no vaciló en quebrar las reglas. Este desafío fue muy apreciado por los plebeyos y los que formaban la facción de los populares, y, en la misma medida, repudiado por los optimates.


Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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